Éramos
un grupo de amigos. Íbamos de excursión a las ruinas de una ciudad que
recientemente había caído y teníamos curiosidad el motivo por el que había sido
un enorme imperio y, como por arte de magia, se había convertido en chatarra en sólo una noche.
No
esperábamos encontrar respuestas ni ningún indicio de lo que había sucedido
pero íbamos a intentarlo de todas formas, era un simple viaje a un montón de
escombros ¿qué podía pasar?
Al
llegar nos sorprendió ver edificios caídos, mucha arena, todo desplomado, como
si hubieran pasado cientos de miles de años por ahí, o bien una guerra. Podías
ver algún que otro trozo de lo que había sido una prenda de ropa pero, para
nuestra sorpresa allí no había vida alguna. No habían seres humanos como nos lo
esperábamos pero, tampoco habían animales y este detalle era muy extraño. ¿Dónde
habría ido a parar tanta gente? ¿Por qué los animales no eran capaces de
acercarse a ese lugar desierto?
Restamos
importancia al detalle y nos adentramos un poco en las ruinas, vimos algunas
casas por dentro y todas eran un verdadero caos, trastos por el suelo, muchas
telas colgadas, ventanas tapadas sin que pudiera entrar ni un rayo de sol,
puertas cerradas con clavos u otros objetos que las bloqueaban por completo.
En
una de las casitas pudimos encontrar el cadáver de un mono, con el cráneo
aplastado. No entendimos qué hacía eso ahí y seguimos con nuestro camino.
La
noche iba cayendo y decidimos volver al auto para pasarla ahí y no estar
incómodos en algunas de esas casas desastrosas.
En el camino al auto cayó de arriba un esqueleto de mono, se quedó
parado frente a nosotros y nos quedamos quietos, vimos como de los escombros
salían más de esos monos cadáveres y empezaban a avanzar hacia nosotros de a
poco, tres de nosotros echamos a correr hacia atrás y los demás se quedaron
paralizados, en ese momento comprendimos que la población había sido acechada y
devorada por aquellos huesos móviles.
Corrimos
y nos metimos en una de esas casas desastrosas, cerramos las puertas y
ventanas, como habíamos visto en otras y nos quedamos callados. Por lo visto,
eso los frenaba y no podían entrar, entonces… si los ciudadanos se escondían
así ¿cómo es que murieron todos? ¿No quedaba absolutamente nadie allí?
La
casa que hurtamos momentáneamente estaba repleta de libros y cuadernos escritos
por lo que parecía haber sido un científico. En estos libros relataba
experimentos referidos a animales. Seguimos buscando en la casa y, entre
mantas, ropa y trastos salió una mano, sacamos a una niña de unos siete u ocho
años de allí. No tuvimos tiempo de hablar con ella porque los esqueletos de
monos empezaron a golpear las puertas para entrar.
Nos
encerramos en una de las habitaciones junto a la niña y, mientras entraban esos
monos en la casa, salimos por la ventana pudiendo ver a cientos de miles de
esqueletos partiendo hacia otras ciudades. Subimos al auto y huimos tan lejos
como pudimos.
Durante
el viaje solo veíamos como el mundo se venía abajo por esta plaga de huesos
vivos. Apreciamos como todo lo que conocíamos era reducido a simples escombros.
Tras
un viaje muy largo llegamos a una casa de madera perdida entre arena. Allí
encontramos a una pareja que se encerró con nosotros.
Escuchamos
una calma absoluta, un silencio mortífero y nos asomamos a la ventana donde
pudimos apreciar sobre el lomo del esqueleto de un caballo a un niño joven de
unos seis o siete años, de cabello blanco como la nieve, piel pálida como la de
un muerto, ojos dulces y rojos y una sonrisa temible. A su lado se veían dos
hombres alados tan o más blancos que el niño, de cabellos largos y con rostros
serios. Alrededor del niño y sus guardaespaldas habían cientos de miles de cadáveres
de monos quietos y atentos.
La
mujer de la pareja que encontramos en la casa de madera tenía un hermano
pequeño que había desaparecido y, mientras observábamos el calmo panorama por
la ventana vimos como del aire apareció el hermano de ella. En ese entonces el
silencio fue roto por una voz firme, risueña y aterradora –Si el dueño de este
niño aparece les entregaré la libertad y les permitiré vivir- alzó al niño en
el aire sin moverse y el pie del hermano de la mujer entró en la boca del niño
de ojos rojos, de la boca de este niño empezó a rebozar sangre, manchando su
tez pálida con este líquido a la vez que reía.
Dentro
de la casa de madera intentamos convencer a la mujer para que no saliera sin
embargo, no pudimos hacer nada y ésta salió corriendo. Seguimos mirando por la
ventana.
-Dame
a mi hermano- reclamó la mujer enojada y asustada ante aquel niño. El niño rió
con la boca manchada en sangre, sacó al hermano de ella de su boca y se la
limpió. Ella abrazó a su hermano pero éste se desvaneció en el aire. La mujer
asustada y enloquecida gritó –Prometiste que nos dejarías seguir viviendo y en
paz- a lo que el niño, con su especial sonrisa en la cara, respondió – Yo les di
libertad y la usaron, les di vida y la han vivido como han querido, les di paz
y la rompieron – El niño acercó su
cabeza a la chica y se comió la mitad de la cabeza de ella – todo lo que te
prometí ya te lo di en el pasado- el resto del cuerpo de la mujer cayó al suelo
desplomado mientras el niño, dando a entender de que era dios, se reía y los
monos volvían a la carga con su trabajo.
¿Continuará?
Este sueño me ha despertado el día de hoy. Lo he redactado
para que tenga un poco más de coherencia. ¿Me estoy volviendo loca? Me encanta
como me asustan mis adorables sueños xDDD
Ba-Bye!
ZoeAkari